Volver a cantar, volver a vivir
Queridos lectores. Ante todo tengan todos ustedes un muy feliz 2006. El fin del 2005 tuvo como característica fundamental un par de cambios importantes, y el 2006 empezó a full aquí en las pampas quebecas.
El primer cambio es que se terminaron mis aventuras laborales nocturnas, graciadió! El 1º de diciembre empecé a trabajar en una empresa muy importante, como analista de control de gestión. Estos pibes se dedican a la fabricación de aviones, trenes y otras huevadas. Yo trabajo en la división “otras huevadas” donde se fabrican lanchas deportivas, motos para el agua, motos para la nieve, motores fuera de borda, cuatriciclos todo terreno, etc. Aquí la llaman división “Productos Recreativos”, cuando para mí los productos recreativos no excedían de una pelota número cinco, un mazo de naipes o el TEG. Pero bué, hay gente que se recrea paseando en su moto-nieve, sobre gustos no hay nada escrito (insisto que para mi economía sigue siendo más apropiado un mazo de naipes).
Automáticamente mi vida se ordenó, ya que al trabajar de lunes a viernes en horario de oficina podía organizar mi tiempo libre. La primera medida fue anotarme en la YMCA para aprovechar las instalaciones deportivas (sí, la pancita volvió!) y la pileta de natación.
Luego, gracias a la intervención de una soprano rusa que conocí en la Universidad McGill, retomé mi contacto con el St-Lawrence Choir, uno de los coros más pulenta de Canadá. Me apersoné al primer ensayo del 2006, me infiltré entre los tenores y al final del ensayo el director me agendó una audición para el intervalo del ensayo extra del sábado siguiente. Pasó la primera mitad del ensayo (de 14:00 a 16:30), se retiraron los coreutas a buscar comestibles y bebestibles, y en el inmenso salón donde ensaya esta espectacular masa coral de ochenta almas quedamos a solas el director del coro, el piano de cola y yo.
¿Qué va a cantar? fue su primera pregunta. ¿Cómo, no me va a hacer vocalizar primero? No, usted vino acá para cantar, así que cántese algo! Así las cosas, le pedí un mi bemol y le tiré con el Caro Mio Ben. “Good!” fue su sentencia, a lo que agregó “¿Ya cantó la Pasión según San Juan de Bach? Bueno, tiene un mes, se estrena el 15 de febrero con la orquesta sinfónica de Montreal. Lo espero a las 18:00 para la segunda parte del ensayo”.
Volví a las seis con mi vasito de café y toda la emoción que se había adueñado de mi persona. Me entregaron una partitura original del San Juan, y me metí de lleno en esta nueva aventura. ¿Qué puedo agregar? Volver a cantar es muchas cosas a la vez, todas ellas muy buenas y muy importantes. Pero la emoción es muy grande y es difícil poner tantos sentimientos en orden y traducirlos en palabras. A lo largo del camino les iré contando, PALABRA DE TENOR.
El primer cambio es que se terminaron mis aventuras laborales nocturnas, graciadió! El 1º de diciembre empecé a trabajar en una empresa muy importante, como analista de control de gestión. Estos pibes se dedican a la fabricación de aviones, trenes y otras huevadas. Yo trabajo en la división “otras huevadas” donde se fabrican lanchas deportivas, motos para el agua, motos para la nieve, motores fuera de borda, cuatriciclos todo terreno, etc. Aquí la llaman división “Productos Recreativos”, cuando para mí los productos recreativos no excedían de una pelota número cinco, un mazo de naipes o el TEG. Pero bué, hay gente que se recrea paseando en su moto-nieve, sobre gustos no hay nada escrito (insisto que para mi economía sigue siendo más apropiado un mazo de naipes).
Automáticamente mi vida se ordenó, ya que al trabajar de lunes a viernes en horario de oficina podía organizar mi tiempo libre. La primera medida fue anotarme en la YMCA para aprovechar las instalaciones deportivas (sí, la pancita volvió!) y la pileta de natación.
Luego, gracias a la intervención de una soprano rusa que conocí en la Universidad McGill, retomé mi contacto con el St-Lawrence Choir, uno de los coros más pulenta de Canadá. Me apersoné al primer ensayo del 2006, me infiltré entre los tenores y al final del ensayo el director me agendó una audición para el intervalo del ensayo extra del sábado siguiente. Pasó la primera mitad del ensayo (de 14:00 a 16:30), se retiraron los coreutas a buscar comestibles y bebestibles, y en el inmenso salón donde ensaya esta espectacular masa coral de ochenta almas quedamos a solas el director del coro, el piano de cola y yo.
¿Qué va a cantar? fue su primera pregunta. ¿Cómo, no me va a hacer vocalizar primero? No, usted vino acá para cantar, así que cántese algo! Así las cosas, le pedí un mi bemol y le tiré con el Caro Mio Ben. “Good!” fue su sentencia, a lo que agregó “¿Ya cantó la Pasión según San Juan de Bach? Bueno, tiene un mes, se estrena el 15 de febrero con la orquesta sinfónica de Montreal. Lo espero a las 18:00 para la segunda parte del ensayo”.
Volví a las seis con mi vasito de café y toda la emoción que se había adueñado de mi persona. Me entregaron una partitura original del San Juan, y me metí de lleno en esta nueva aventura. ¿Qué puedo agregar? Volver a cantar es muchas cosas a la vez, todas ellas muy buenas y muy importantes. Pero la emoción es muy grande y es difícil poner tantos sentimientos en orden y traducirlos en palabras. A lo largo del camino les iré contando, PALABRA DE TENOR.